\"Ora pro novis\"
Y la carne tuvo que renunciar a la carne por imperativo de supervivencia. En un distanciamiento social sin precedentes, la humanidad al completo unida contra un enemigo en común; la paradoja definitiva. Ricos, pobres, blancos, negros, reyes y siervos arrastramos en equipo esta cruz compartiendo la corona de espinas. No estuvimos a la altura de tu sacrificio y nos pudo la lascivia, dejándonos llevar por la tentación, y abandonados al vicio sedentario ahora nos vemos transitando por un forzado calvario. Tarde o temprano debíamos saldar la deuda de nuestros pecados y en cumplimiento de expiación, de ésta saldremos convertidos en seres solidarios... No me lo creo ni yo, pero da lo mismo, la redención al menos nos habrá servido para descargar nuestras conciencias y poder empezar de cero. ¿No pedías familias unidas? pues aquí nos tienes, aguantándonos sin más remedio, los divorcios no tienen cabida en el confinamiento. Bien es cierto que bajo esta convivencia forzada, en algún momento surgen las fricciones y la tensión se corta con cuchillo; la onda expansiva de algún sartenazo a destiempo hace temblar los pasos de cebra, pero en general se están estrechando los lazos familiares hasta formar nudos inquebrantables. Los engranajes de la redención se han activado y cuando resucitemos del encierro, la cofradía del libertinaje lucirá como nunca.