Hoy puedo escuchar los silencios en mi habitación callada
mis labios inmutables yacen de piedra,
la inquietud exhala un desaliento casi exhausto,
recuerdos transitando calles de murmullos fantasmas.
Soy una criatura extraña y libre, en una soledad casi irreal,
nunca fui mundano pues mi cautiverio son los sentidos del alma,
he viajado miles de noches más allá del olvido por siempre,
nadie me recuerda por ser una sombra fugaz que apenas existe.
No soy memorable, mi humanidad no importa más que una polilla,
mis palabras se llenan de preguntas que reverberan en remotos lugares,
nadie me ha visto llorar, solo mi espejo íntimo,
amo lo sublime de la belleza y conozco el amor eterno.
Nací en un solitario andar fuera de mis tiempos,
la memoria de mi alma guarda miradas como las de Lorca,
los sueños de libertad de Gandhi, la locura de Dalí, la magia de Mozart,
el silencio magistral de Kafka, y la bondad infinita de la madre Calcuta,
aquí refugio siempre mi alma; este es el bosque de mis espejos.