Yo no te esperaba, para que viniste si no te deseaba, maltratas a todos, obligando al encierro, los niños los padres, los abuelos, e incluso los perros.
Te ensañas con muchos y los llevas lejos, a otros propinas sufrimiento lento, por momento me siento contigo furioso, quisiera gritarte ya basta no sigas con nuestro martirio.
Te imploro entonces, deja a los niños que son el futuro, deja a los jóvenes que son la esperanza, deja a los padres progenitores y deja a los sabios abuelos disfrutar de sus seres amados.
Somos pueblos de distintas razas, por siglos sufriendo, pobreza, miseria, plagas, rencores, mezquindades y avaricias, para que más castigo a los infelices.
Hagamos un trato, yo me voy contigo donde lo desees, dejemos a ellos, que encuentren el rumbo que nos propusiste, cuidar el planeta, su naturaleza, la fauna, la flora, el aire, los mares, los ríos y las montañas.
Partamos ahora, a otra galaxia, miraremos juntos desde la distancia, jugar a los niños felices, traviesos, también a los jóvenes forjando futuros impredecibles, los padres cumpliendo con el cometido, enseñando a sus hijos vivir con amor, mientras los abuelos, bailando y riendo entre abrazos y besos de afecto, cariño, derramando a veces lágrimas de emoción.
Reestablece la calma, la lección está aprendida, miremos desde el cielo cada continente, expulsa los miedos, y que cada persona sea capaz de nacer de nuevo.
Horacio A. Vilchez
Avellaneda – Buenos Aires
Republica Argentina