¡Mira!
Mis manos caen como la tarde de perdigones;
como fruta madura de tuna,
como tardía luces de sol,
como pichón que no canta en la noche.
¡Mira!
Aun las espigas están acostadas
en el mes de septiembre
que debían estar en pie.
¡Mira!
Las horas tardeadas no han gastado su olor;
en los campos tendida muere la yerba;
mi llanto todavía está despierto
y este otoño sigue empapado de mucho rocío.
¡Mira!
Mi entraña suspira
por más estaciones cargadas de otoños.