Carlos García Oliver

PRELUDIO

¡Mira!

Mis manos caen como la tarde de perdigones;

como fruta madura de tuna,

como tardía luces de sol,

como pichón que no canta en la noche.

¡Mira!

Aun las espigas están acostadas

en el mes de septiembre

que debían estar en pie.

¡Mira!

Las horas tardeadas no han gastado su olor;

en los campos tendida muere la yerba;

mi llanto todavía está despierto

y este otoño sigue empapado de mucho rocío.

¡Mira!

Mi entraña suspira

por más estaciones cargadas de otoños.