Nos robó el día
los abrazos los besos.
No deja que andemos los senderos
ni probarnos las galas para asistir al encuentro.
Nos robó el cruce con amigos y amores
y apareció veloz como meteoro en el cielo.
Hoy nos vemos marchitos de otoño,
nos sobra el tiempo o eso creemos.
Será el tiempo del día aunque estos sean menos.
Debemos enfrentarlo no sabemos cómo hacerlo.
Probemos enterarnos de la mano de quién vino,
cuánto esperó en la puerta antes de entrar,
cuales las razones de acercarse a nosotros,
cuál el artero objetivo que premeditó en el tiempo.
¿Concibió el momento preciso de apurar su propósito?
descartar lo que sobra dejar lo necesario,
sólo lo indispensable para mover la maquinaria
que sigue en manos de sus temibles amos.
Sí nos robó el día
resecó los sueños languideció las palabras;
no dejemos que nos robe el verbo,
al menos que este sirva como arma eficaz contra ellos.
Probemos el tiempo cambiemos de manos,
busquemos el modo de rearmar el mundo,
intentemos entonces que nuestra última acción,
sirva a quienes queden...
cuando nosotros no estemos.