Esto no es un artículo convencional, es un ejercicio que sobrepasa a lo arquetípico.
Le procurara ciertas habilidades que se obvian en estos días de calma y aparente parálisis de la vida, bueno, intentaré ser más humilde, probablemente este artículo no le procure nada más que un entretenimiento cuya duración estimada es de 5 minutos. Pero ahí radica su gracia, usted va a dedicarle 5 minutos de su tiempo finito, solos usted y el texto. Llegando a rozar sutilmente una idea que subyace a cada uno de los pasos que damos -en falso- en nuestras vidas.
Usted va a contemplar al deterioro a los ojos, va a contemplar al tiempo directamente. Pero no se va a limitar exclusivamente a eso, le va a mirar directamente a los ojos, o mejor, a las manecillas y le va a decir, sin tapujos, sin rodeos... De la forma más directa posible para un hombre: ¡Aquí estoy! ¡Soy consciente de lo que haces con todos nosotros! ¡Soy consciente de lo que permites! ¡Cargas con la culpa de todas las muertes del mundo y no puedo escapar de ti! Pero que te quede claro que eso no significa que puedas vencerme, ni tampoco que muy en el fondo te dé las gracias. Sin ti no habría cambio y benditas sean las cosas buenas que trae. Además, sin tiempo, sin cambio, no habría vida. Jodido tiempo, eres una de cal y otra de arena. La verdad, tampoco sé muy bien que más decirte. Así que jodido tiempo, le doy paso al siguiente párrafo.
Al otro lado de la ciudad una amiga charla con otra a través de un teléfono un poco desfasado ya -un iPhone 5 de carcasa roja metálica- y le dice a su amiga que lo que más pena le da es que durante un mes, no va a pasar nada. La otra harta de que su amiga le llame día tras día para repetirle lo mismo, le suelta angustiada: Pero... ¿acaso pasa algo el resto del tiempo? ¿Vivimos? o simplemente nos dejamos ir tras un acontecimiento y luego tras otro. Vamos, una conversación típica entre dos púberes cuyo único entretenimiento durante estos días es ver Netflix y pensar en los posibles escarceos amorosos que les pesan en la espalda y que no pueden disfrutar debido al confinamiento. También podemos observar claramente como una de ellas está empezando a albergar cierta tendencia nihilista, la cual esperemos que desaparezca -por su propia bien- cuando termine el confinamiento.
Pero también de esto podemos extraer -vagamente- una idea que peca de ser una de las mayores verdades a día de hoy, pero se lo haré ver de otra forma.
Para ello deberá tomar constancia de ciertas cosas: por un lado, de que cada sílaba que lea, cada palabra o frase que está siendo leída por usted, exclusivamente existirá mientras dure el proceso. Por lo tanto, ha existido mientras usted la leía, pero finalizada su lectura, cesará su existencia. Esto es aplicable a usted, usted existe mientras haya alguien que presencia su existencia ya sean otros (los que se encarguen inconscientemente de esta tarea) o usted mismo. Aquí recae la queja de esa chiquilla insolente, según a lo que estamos acostumbrados cuantos más te vean, más vives y por lo tanto más existes. A algunos les parecerá triste, pero lo triste suele ser lo más cierto.
En fin, peco mucho de clichés en general, pero es que la vida ha sido masticada tantas veces que es difícil refugiarse en palabras o ideas que no hayan sido mancilladas ya por alguno que otro. No le he cambiado la vida, ni tampoco buscaba cambiársela, a lo mejor ha cesado el cambio para siempre y tendremos que conformarnos a ver películas y películas para ver cómo se deterioran las cosas. O simplemente hacer la compra a principio de mes y ver cómo se va vaciando día tras día, como causa de sufrimiento para los que ven la belleza en una despensa llena. Limitarnos al cambio cotidiano, a lo que no marcamos en nuestro calendario, a lo que es vida, pero simplemente vida animal. Si esto ocurre, podremos romper todos nuestros relojes, uno a uno y así comenzar una nueva era. Pero tenga por seguro que no será la nuestra. Probablemente, ni estaremos.