La pluma respira viva sobre el papiro, cual pensamiento siquiera imaginó llegar al final de los siglos de los siglos.
Las noches y los días nunca perturbaran el andar de aquellas palabras salidas del corazón de los tiempos de mayor legado humano.
Espíritus viajando en forma de escribas, a nuestros ojos llegó, asombrando sensibles los pensares más alquimistas.
Potentes siempre aquellos pensamientos, de una admirable y extraordinaria lucidez, atrapan hoy nuestras reflexiones, y nos llevan donde quizás debiéramos estar.
Mientras tanto, la palabra duerme perenne en los labios; hasta que un sentimiento con su aliento la despierte, desde algún rincón del alma.