Días gelidos
No se discierne, el tiempo ningún credo.
surca un gusano frío genocida,
socavando el crepúsculo de viejo
y , mengua el horizonte su vigilia.
Cuando todo detiene la existencia
pues no hay entierro digno en brazo de amigo,
con flores expandidas en la tierra
cubriéndola, del llanto, y del delirio
Las campanas no suenan sus redobles
hay miedo en los balcones y ventanas,
también se sienten solos los arboles
los pájaros no trinan en sus nidos.
Y clama el pobre y el rico de surrealismo
lugar donde suele tocar el alma
de verse y solo enviarse las miradas
Aquellas flores novias de sus vecinos.
La esperanza que mira hacia el cielo,
la madre que bendice en su plegaria.