Me quedaría sin latidos
para escuchar los tuyos
saltando desaforados
en el cajón de resonancia
de la caja musical de tu corazón.
Subiría por la isla dorada
de tu sempiterna figura
para moldear los besos de nubes
y quedar anclado a tu vientre
como corales en el mar.
Me dejaría atar a tu cintura
con las hebras de tus cabellos.
No le temo a la locura
solo miro por tus centelleos.
Enamorado de tu grácil
bamboneo al caminar
voy como la cigarra buscando el bosque
donde anidar mi agudo chillido
que hilvana metálicas notas
de un amor de enroque
que cejijunto es tierra y mar,
latido, sonido, cuerda, canto,
voz, grito, melódicos trinos.
En el ninguneó de lo sentidos
abrazamos los escarpados y herimos
la verbalización del amor.
Solo somos reos
escapados de la cárcel del dolor.
Nuestro itinerarios de trenes y olvidos
tiene un contrasentido a las manecillas del reloj
nuestra brújula escapo de su círculo
y apunta a lados opuesto de nuestros caminos.
Al norte hay cantos de guerra
sin embargo te amaría como si fuera primavera
y plantaría rosales en tu vientre
que huele a tierra húmeda y sabe a sal marina.
No importa que hayan degollado al cordero
el murió por las otras ovejas
tu y yo somos caminante del desierto
estamos a la otra orilla de los salvados.