Recostado en una almohada de pensamientos después de madrugar, en ese momento en el que la decidía no me permite continuar con mi vida es cuando me pregunto, ¿No te cansas?
¿No te cansas de rondar en mis pensamientos?, ¿No te cansas de volver mi vida un martirio con cada instante que rondas en imaginación?, ¿No te cansas de obligarme a recurrir a mi puño y letra para expresar mi amor y mi dolor?
Amor mío, oh gran amor, recuéstate en mi corazón y descansa, has de mi penuria un jardín del Edén y de tu cansancio un viejo suplicio, porque por cada paso que das, conviertes mi vida en un delirio.