La amé sinceramente
con alma enternecida;
le di pasión fundida
con flama incandescente.
Su cuerpo fue la fuente
de amor y luz prendida,
donde bebí la vida
de forma efervescente.
Por eso su figura
de tiernos resplandores,
habita mi memoria.
Y lleno de ternura
recuerdo sus amores;
¡que fueron mi gran gloria!
Autor: Aníbal Rodríguez.