Tu voz fue mi oración,
tu beso, mi Rosario,
tu sonrisa fue mi ayuno,
tu sexo, mi libro sagrado.
Tu infidelidad apostasía,
tu boca, un cáliz amargo,
tu amante, un falso profeta,
tu \"mesías\", infierno de vida.
A qué Dios te agregas
que de mí te alejas?
Etapa de negación, cual
Tomás Dídimo.
Etapa de conversión, cual
María Magdala.
Salomé, hija mía, por ti
he sido crucificado.
Longina, querida, con tu
lanza perdí mi vida.
A qué Dios te agregas
que de mí te alejas?
Sólo queda llorar,
mi cuerpo enjugar.
Y con tu cabellera
hazme embalsamar.
Así tu corazón
será mi sepulcro,
Y en tu memoria,
antes de que fallezcas,
por fin... te he de perdonar.