En este baúl de recuerdos
he encontrado los días y noches
los besos y abrazos;
estos que nos hemos regalado
en el transcurso de nuestras vidas.
He podido recopilar los momentos
agradables y sencillos
en los que una taza de café, o té,
sé convertían en un pretexto
pará poder entablar una amena conversación;
entre historias, anedoctas, risas y gestos nos elevalamos
a las épocas de antaño.
Que sabrosa era aquella comunicación
entre uno y el otro.
Ahora al cerrar el baúl noto en seguida
que en este momento hay que aferrarse a Dios
pará qué nuestras vidas no queden
guardadas sólo en el baúl de recuerdos.