Nochecita solitaria...
no envuelvas el deseo de su voz
sobre mi piel que se marchita...
Mis labios,
Aún reclaman sus labios,
y hoy sólo habitan
las lágrimas de mis claveles
sobre la almohada que llora en su ausencia.
La tristeza del recuerdo,
en la tormenta de la penumbra,
enfría el café que me consuela,
y el agrietado silencio
le sonríe a la estrella que acaricio.
El fuego quemó nuestra pasión,
y hoy,
las cenizas adornan mis pestañas,
aún cuidando los ojos que le miran
sin siquiera mirarle...
Deborah Silva
11:17 pm