MATICES QUE SE OLVIDARON
En las desérticas calles,
libres circulan las aves,
sus trinos nítidos hablan,
de la limpieza del aire.
Alegres baten las alas,
picoabiertos del paisaje.
Vuelan sin miedo cantando,
seguros en su plumaje.
Se vislumbra en lontananza,
lo que no se veía antes
y unida a la destemplanza,
la esperanza al fin se abre.
Traspasa la bruma el viento,
sin la grasa que la invade
y más claro el día se hace,
en los ojos del desastre.
Calma chicha como un lago,
que se conmueve sin aire.
A flor de piel la nostalgia,
que a veces, vive y abate
y otras, los recuerdos llegan,
bailando alegres, tenaces.
La voz se queda atrapada,
entre sonidos sin aire.
Late atento el corazón,
como quien atento yace,
en un mullido colchón.
El nervio se torna presto,
como un resorte que nace,
como la nota que vibra,
en un silente trombón.
El sentimiento se afina,
con el tierno diapasón.
Se oye el ruido de las ramas
y del roce de la brisa.
Se oye el sonar de la risa,
de la inocencia que inicia,
su trascendente andadura.
Sonidos imperceptibles,
nuevos rumores que gritan
y el sonido de los muros,
que su materia reafirman.
El pensamiento se sume,
en una profunda sima
y se ve el alma por dentro,
con claridad cristalina.
El conocimiento danza,
cual osada bailarina
y los ojos se distraen,
con las formas nunca vistas.
Verso que libre se expande,
en la sangre y en las tripas
y al aire canta sus cuitas,
sus amores y su vida.
A.L.
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10/04/2020