Guardián De Ángeles

Que no mueran las aspiraciones

Garantiza la vida de nuestro amor en su agonía
sellando con los labios el aliento del amor,
ese que nace de tu mundo y de mi mundo,
y no derrames fluidos de sal desde la ventana
de tu alma, disimula el reconcomio que nace en ti
y no inundes de dolor a las llanuras de tu faz,
intenta siempre mantenerte con serenidad
y que ufanamente aprisiones de formas diversas la fidelidad de tu quietud;
yo… a pesar de las premuras, mi visión quiere adherirse
a cada una de las súplicas que en silencio tu voz
me grita siendo gobernada de elocuencia en su mutismo;
pero los destellos desde el cielo no pueden fenecer,
a pesar de que la mordacidad del sino es sanguinaria,
persistamos siempre, que sea férvido tu afán,
porque los destellos tendrán la luminosidad
para motivar eternamente a la nobleza de las voces,
es inevitable la retirada de mi presencia,
pero nunca deben cesar las frases y las canciones
que desbordarán palabras en las alboradas
llenándose de la esencia sumamente grata… si ahora lloras
los amaneceres perderán toda esperanza
de amar con fervor, se tornarán mustias
y reinará en sus centros las zozobras,
porque la dicha emprenderá su viaje,
y las albas se escabullirán en la rivera
dejando a nuestra historia vagabunda y postrimera.

Las marcas de rastros que el viento
va señalando por los senderos del soto
son para proyectar en los pétalos de loto
mi esencia y así activarte la emoción,
con una presencia que etéreamente
y en su transitoriedad zurce a las remembranzas,
para que no mueran las aspiraciones
revivificándolas en tu evocación;
si en lentitud tus pasos pierden la armonía
apresura tu andar para no atender
al sollozo que los vientos han de propiciar,
se borrarán los vestigios, mas con contumacia
perseverarás hasta que mis huellas vuelvan a irrumpir.

Abrigado en otros calores te recuerdo
y me da por rememorar a nuestro paraje,
eres inolvidable y eso es mi agravio,
lejos de ti me contemplo con vileza y torpeza,
y en ese sitio de bendición, donde se unificaron
nuestras integridades, aún dormitan
las memorias que de placer ahí claman,
aun te adoran -como te adoraron-
mi tacto y mi alma con vehemencias,
mas hoy que te he olvidado presientes,
pero inolvidable eres, lo reitero,
entonces, esfuma tus incertidumbres
y poniendo a nuestro amor por sobre todo
aguarda con paciencia y suéñame cada vez,
te pido que me esperes con mesura
hasta volvernos a amar gratamente.