Somos la mismísima caracterización de los hechos inconclusos.
Como esa flor que se detiene
porque ha quedado varada por una rama de arbol
y la más cercana indefinición de lo que es un noviazgo.
Somos ajenos y cercanos,
nos visitamos por las noches cuando las calles duermen,
y allá en los horizontes nuestras muestras de afecto
no se traducen tanto como la pareja que se miente, que se cela, que se tiene con derechos,
que se apodera de uno para determinar una fecha que puede caducar.
Somos libres y nuestros,
nos tenemos a ratos para compartir alientos y miradas,
y nos tenemos siempre para encontrarnos en la mente a cada segundo.
Bea Ramirez