El tiempo pasa,
las cosas cambian,
sin embargo ,
sigo en la misma casa,
alentado por un reloj sin marcha.
Entretanto,
la soledad amordaza
y destroza las palabras.
En silencio,
con los ojos de la desesperanza
veo que la muerte se tarda.
Sin menoscabo,
del decreto del satrapa,
elijo atravesar la lanza.