Inclinado el camino, trazada la ruta,
se convierten los cielos en móviles rocas
dirigiendo a mi frente quizás una fruta.
Descansó la materia, lamentan las ocas.
Con las manos pintadas de acaso las flores,
de la esencia melada rechazo la huida.
No el desprecio, el quizás ni los falsos temores;
padecer es tener que ganarse la vida.
Abrazando otra rama avizoro la mía
cual pichón que repara el extraño nidal.
Ignorado el destino, esquivada la vía,
he perdido el camino y hallado el final.