Hace tiempo soñé una épica guerra.
Desde entonces busco,
en mi sueño constante e impaciente,
la batalla final que hoy ha llegado.
Es el tiempo,
el momento.
Es el día.
En mi sueño buscamos soldados en las calles,
convocando a la guerra,
armados de coraje,
de sables,
de voces que se escuchen con firmeza ,
que sesguen la podrida cosecha,
de esos rostros de los que dirigen nuestras vidas,
dejando el campo limpio y diáfano.
Es triste la realidad sombría de nuestros pueblos,
acostumbrados a asumir con apatía,
las decisiones de otros,
los errores de otros,
aquellos hombres de oro construidos.
de poder intangible e intocable.
Pero yo tengo un sueño.
Y en mi sueño buscaré…
No: buscaremos todos soldados en las calles convocando a la guerra.
A la guerra final.
Porque existirán hombres, mujeres,
niños y ancianos diferentes,
y esa casta de seres ausentes y distantes,
sabrá que existimos,
no podrán ignorarnos,
y entenderán que existen unas líneas entre la vida y muerte;
que es necesaria una existencia digna,
incluso morir decentemente,
no pereciendo en soledad rodeado en la penumbra.
En mi sueño buscaré,
No: buscaremos soldados en las casas,
en el campo, en los médicos,
en los obreros y maestros,
en estudiantes y jóvenes valientes...
Convocaremos el combate cuerpo a cuerpo,
Y no tendremos miedo en nuestros pasos,
Porque en mi sueño estamos todos:
Este pueblo valiente que avanza sin temor a la muerte que le ronda