Incluso ante esta situación global,
que nos delata como uno lejos de falsas diferencias,
se resisten los amantes del limitante hormigón,
que intentan adornar con lazadas de espino.
¿Patria? ¿Bandera? ¿Himno?
Solo tú eres mi patria,
la única bandera que merece ser abrazada;
el himno, el chasquido de los besos
en el desfile camino hacia la cama,
casa común de nuestros cuerpos.
La única frontera, el horizonte,
en un mundo infinito de infinitas patrias,
de banderas abrazadas y compartidas,
de distintos himnos acompasados
en esta casa común desarmada.