Un bardo me dijo un día
que era estupendo soñar,
cuando el alma deja entrar
del amor su fantasía.
Que cada sueño tenía
el misterio singular,
de hacer tu pecho vibrar
de la mas dulce alegría.
¡Entonces me enamoré
y tanta fue la emoción
que soñé el cielo vivir.
Desde ese día empecé
a buscar la gran pasión
y su esplendor recibir!
Autor: Aníbal Rodríguez.