Casi inmóvil, media noche,
su ser despacio que se mueve
mientras la reproducción de la película está por terminar.
Parpadeo lentamente deseando conciliar el sueño
para despertar a una nueva semana.
Y su respiración sigue ahí,
tan callada,
tan silenciosa,
casi a susurros.
Su mano buscando la mia,
inconscientemente por un corazón lleno al tope,
por un alma que busca saciarse bajo los manteles que parecen prohibidos
y que sin embargo se atreve a cruzar.
Cierro los ojos,
una blanca habitación tan cálida,
tan calmada, tan llena de paz...
eso que sólo él produce.
Bea Ramirez