Cuando deja uno de ser niño
Se pierde la pureza del amor,
Ya no existen motivos de apego
Hacia el Padre tan amante,
Aunque él siempre atento
No buscamos más su protección.
Ay! Cuando deja uno de ser niño
Y se es grande, fuerte y soñador
Ante el mundo exhibiéndose
Con toda clase de tentación,
La curiosidad arde como un fuego
Apostando a la vista lo que es mejor.
Un día, creyendo ser para mí una aventura
Me alejé de ti.
Pusiste en mi mano los recursos
Aconsejándome invertir,
Más resuelto a no seguir tus mandatos
Lo gasté todo en mí.
Y fui feliz, muy feliz
Al menos hasta entonces eso creí,
Hasta que la mala inversión
Con el tiempo mi alma consumió,
Y en completa bancarrota
Toda mano amiga se ajeno.
Tan grande fue la amargura,
De mi triste necesidad,
Que peor a un huérfano
Mendigaba por un pan.
Y como un sueño inesperado,
Tu gracia se acercó,
Trayendo a mi alma el deseo
De tu fiel amor.
Dando media vuelta,
Dispuesto a ser un siervo más,
A tu casa caminé.
De lejos me miraste,
Y tus brazos a mí, se extendieron,
Traje de noble me pusieron,
Y una gran fiesta en mi honor,
Por el regreso del hijo perdido,
Que a su casa regresó.