La luna envidia tu luminoso cuerpo/
El sol envidia tu rostro que irradia luz/
Las estrellas envidian el fulgor de tus ojos/
Mi corazón, al presenciar aquel acto, desprende cierta lumbre
Y es tan difícil poder ocultarlo/
Ya no existe un confín
Entre mi imaginación y la realidad
Solo hay conflagración entre el destino y yo
Porque el muy caprichoso no nos permite nuestra unión.