Si vienes a decir: no puedo,
ahorra tus palabras y el aliento,
que no hace falta repetir
lo que ya me grita tu silencio…
Si vienes a decir: no quiero,
ahórrate los pasos y el esfuerzo,
tan solo, déjame una última sonrisa,
para aliviar mi pensamiento…
Si vienes a decir: lo siento,
ahorra tu disculpa, no hace falta,
porque no hay ofensa alguna
en el hecho de que no me hayas querido…
Si vienes a acabar conmigo,
ahórrate la saña, ya es inútil
tratar de rematar
lo que ha nacido muerto…
Pero, si algún día, vienes a decir: te quiero,
por favor, se prolija en palabras,
no escatimes tu sonrisa y dilo
de los miles de maneras,
en que me enseñaste a sentirlo…