En el silencio de una tarde de café
en la ventana
solo puedo abrazar las nubes
manchadas de polvo gris.
Algunas vuelan, se disipan, se evaporan
como el humo de un cigarro
antes de que llegues a tocarlas.
Mientras la primavera continúa fuera
con su belleza impasible.
Otras pintan lloviznas de verano,
truenos o tormentas
de esas que hacen temblar las persianas.
Que se estancan
en los charcos más oscuros
del rincón de una mirada.
Hojas de otoño que se mecen
con el viento,
con la crueldad del Tiempo,
que dibuja con sus garras
en el fino cristal lleno de sol
los más dolorosos recuerdos.
En el silencio de una tarde
con la taza vacía,
la primavera se difumina
en una ventana azul
desde esta habitación en blanco y negro.