La tinta también destiñe palabras de amor
Me enamoró sin darse cuenta, ni siquiera fue su intención. El amor nos atrapó en un momento en el que corazón baja sus defensas. Me invitó a unos besos y yo le ofrecí mis labios. Nos dimos tanto en tan poco que el amor no fue suficiente, tampoco fue suficiente el tiempo que hacia sudar mis ojos en una maratón interminable de recuerdos.
Así empece a mecanografiar unos cuantos besos escritos, un puñado de letras acariciándole para ofrecerle un abrazo escrito con palabras o unos sentimientos poéticos que algún día esperaba ver naufragar en sus ojos, aun así no tenía palabras suficientes para expresarle lo que sentía.
La tinta también destiñe palabras de amor.
Mis manos seguían soñando que pudieran tocarla como hacían mis letras, vestirla de versos cuando la imaginaba desnuda, acostarme en su cuerpo como se acuestan todos mis poemas en su ser, ni el diccionario mas extenso podía abrirse como le abría el corazón en estas cartas.
Soñaba que pudiera leerme todas las noches, que se sumergiera en la profundidad de mis letras, que devorase cada una de mis comas, que recorriera todas mis paginas deslizándose lentamente por mis sintagmas y de paso explorase todos mis puntos suspensivos, arremetiendo sin pudor mi esperado punto final.
Mis letras carecían de insulina, aunque esperaba que tuviesen el mismo efecto en ella porque era diabética, no me importaba que lo fuese, porque su ser fabricaba el mas dulce amor que conocí jamás.
Era perfecta, justo eso sin defectos, pura magia porque siempre se me aparecía en lo profundo del pensamiento, era así sin mas, capaz de abrirme mis raíces y hacerme brotar flores de las ramas secas ancladas a un viejo corazón de tinta como el mío.
Dicen que las etiquetas son de quienes nos etiquetan, excepto mi corazón que te etiquetó a ti con la palabra amor.
Jordi Etresi
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