Mi amigo Leonidas, no llegó a la Virgen…
Leonidas Atayde.
Músico. Acordeonista. Director de conjunto musical.
El amigo que me invitó a la boite Las mil y una noches.
Un amigo bonachón. Irradiaba simpatía por doquier.
Un ser con mucho sentimientos a los seres.
Un hijo ejemplar. Un ser que amaba a su hermana.
Amaba a ambas, porque eran su familia.
Un hombre picaflor.
Le agradaba aspirar el perfume de sus amigas… de turno.
Un hombre que decía: “Me caso. No me caso.
Por ahora continúo así, porque soy joven….
Ya he de llegar al altar dando el sí…”
Leonidas siempre ha sido un agradecido de la vida.
De su familia. De sus amistades.
Un ser con un corazón inmenso, de bondad…
Un atardecer sintió la necesidad de ir a agradecer, a rezar…
Se despidió de su madre y de su hermana, con un beso.
Se dirigió en busca de su bicicleta.
Subíó y partíó hacia la Basílica de Luján.
Su mente y corazón lo inducían a ir a agradecer.
Estaba feliz y gozoso del gran éxito que tenía con su orquesta.
Comenzó a llover. Y supongo que para él
Esa lluvia era una bendición del cielo…
Me lo imagino alzando su rostro hacia el cielo, sonriente…
Pedaleó y pedaleó.
Pero el destino marcado estaba.
La lluvia se transformó en torrencial.
Deduzco que a él nada le importó.
TENÍA QUE LLEGAR.
Y no pudo ser.
Un vehículo particular arrolló su cuerpo,
Y allí quedó, tendido en la ruta.
Y mi amigo Leonidas murió.
Mi amigo Leonidas no llegó a la Virgen para agradecer…
¡Amigo!...
l6-4-2020
Autor: Hugo Emilio Ocanto
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