Dejad que mis ojos, admiren tus ojos,
dejad que mis manos, tu rostro acaricien;
dejad que tus formas, mi mente desquicien,
y viva a tus plantas, postrado de hinojos.
Destruye de tu alma, sus duros cerrojos,
y luego tus labios sus besos propicien;
dejad que mis sueños tu cuerpo codicien
y lleno de fuego saciar mis antojos.
¡Quisiera por siempre vivir a tu lado,
soñando y viviendo, la gloria ofrecida;
quisiera morirme, de amor hechizado,
y ser el poema que arrulle tu vida;
quisiera en tu lecho dormir extasiado,
sintiendo tu sangre que corre encendida!
Autor: Aníbal Rodríguez.