La nada es un tren que pasa seguido
Yo lo tomo y veo por última vez lo primero que olvido
Volar es la consagración de mis ojos
Pero mis labios tienen sedes telúricas
Mis piernas tiemblan de bailes en la arena
Mi corazón revienta de otra carne allá abajo
Espío por ventanillas del tren al hombre
Siendo juguete de sus pasiones
Espío al hombre que huye de su instante
En ese instante huyo del Hombre
¿Qué es Hombre hoy? Pregunto al maquinista
Y me río, y nos reímos, y es poesía
El maquinista tiene ojos de fuego
Y la nada pasa por ningún camino
Rimo sin caer de la cornisa o empañar el vidrio
Entre el vacío y la nada está la vida que escribimos