jorge enrique mantilla

El amor en la pandemia

El amor en la pandemia

Una mañana ardiente, de aires sofocantes, de veranos asoleada

Venancio se alistaba presuroso, para el encuentro amoroso con su querida amada

Alistó la recua de mulas, cargadas con hortalizas y legumbres, de su extenuante jornada

Se veía ansioso y nervioso con su vestido de novio, en un nuevo hogar, su vida comenzaba

 

De la cordillera, bajaba mensualmente a vender sus productos a la vereda campesina

En la calle real, frente a la capilla ofrecía sus cultivos en el suelo de una esquina

La Casilda le sonreía, con mirada de reojo que a Venancio de amores asesina

Siempre le traía los mejores regalos, rosas y orquídeas, para la mujer más divina

 

En las tardes se apresuraba regresar, pero la Casilda, con sonrisas lo detendría

Unas cervezas con piropos, el rostro le acarició y en el próximo viaje se casarían

Presuroso ya de noche, con sus mulas a su humilde cabaña en su querer pensaría

La Casilda no pegó el ojo, del hormigueo de sus entrañas por su nuevo amor moriría

 

Venancio arregló su cabaña, pensando en su idilio con su Casilda, primorosa y amada

Sus cultivos producían verdor a sus tierras, de gritos de hijos de noches sin sueños imaginados

La soledad hacía mella, sin eco de pastoreo de llantos sin lágrimas lloradas

No veía el día y la hora, de visitar de nuevo a la mujer, que en su corazón reinaba

 

Tenía todo arreglado para la boda, el cura y la fiesta para su casorio

Nueva cama y sabanas limpias, almohadas relucientes para el nuevo dormitorio

El camino se iluminaba de rosas florecidas a todo lo largo de su territorio

Se sentía feliz de poder compartir la vida y su hogar, la fiesta y su jolgorio

 

Esa noche no durmió pensando en su querida, mujer esplendorosa y maravillosa

Alistó las mulas y su carga y sentía un frío raro, que le carcomía en forma misteriosa

Sentía miedo y pavor, de que algo sucediera, de escalofríos de sudores asombrosa

Con su traje de matrimonio, partió no sé si feliz, pero su voz era tímida y temblorosa

 

Llegó al caserío y la gente corría despavorida, como vagabundos de espantos profundos

Rodaban por el piso hecha bola, con gritos lastimeros de llantos moribundos

Encontró a su Casilda vestida de novia, asfixiándose con lágrimas de mirada perdida

La alzó entre sus brazos y corría de un lado para el otro, pidiendo auxilio para su amada querida

La abrazaba, la besaba y gritaba desesperado, que lo ayudaran que su mujer se moría

Nadie contestaba, porque estaban todos muertos en la calle real ya apestaba y hedía

Venancio se arrodilló, le pedía perdón en sus brazos, que no se muriera todavía

La pandemia contaminó en instantes a Venancio y le pedía a Dios que era lo que ocurría

Y allí tendidos los dos en el atrio, agarrados de la mano, Venancio le deposito un beso y una orquídea en su corazón y ambos de coronavirus morirían

La pandemia arrasó con un pueblo, con el calor de un amor, que la cabaña con nostalgia esperaría

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla- Bucaramanga abril 17-2020