Camino descalzo sobre la arena de la playa,
Recuerdo aquel día que me viste llegar,
y tan sólo éramos dos ríos de agua.
Ando descalzo sobre el agua del mar,
mis pies se están mojando,
como se mojan las sábanas del sudor.
Empapo la toalla de aquellas lágrimas
a las que tú y yo un día derramamos,
y no supimos cómo consolarnos.
Nunca creí que fuésemos a crear una cascada juntos,
y es que cuando el día está gris,
sacas un paraguas de la nada.
Y tu sonrisa es lo que más me contagia,
cuando mis lágrimas recorren mejillas.
Mi voz se apaga cuando el cielo se cubre de estrellas,
las cuales un susurro puede ser silencioso;
Un relámpago se puede ser perdigones de fuego sobre un inmenso cielo oscuro y estrellado,
como aquella vez que nos corrimos.