Hoy he vuelto a ver los páramos del recuerdo
figurados espejismos en el fondo del pensamiento;
y voy caminando entre el fugaz cariño lerdo
que he encontrado en el camino de mi sufrimiento.
Y he visto, con terror, cómo huyen de mi lado
las sonrisas de la flamante ilusión
de la felicidad, de la verdadera pasión,
navegando sobre las aguas del amor olvidado.
¡Oh soledad, ¿por qué marchitas en mi jardín
las benditas flores de la alegría?
¿Por qué traes, soledad, a mi alma más melancolía?
¿Acaso el sufrimiento de mi vida no tendrá fin?!