Ahora sé que las rosas, no te gustan
Ni el brillo mortecino de la luna solitaria
Que prefieres el dorado del trigo
Y el color verde de la albahaca.
Que en vez de mis versos por la mañana
Prefieres los acordes de una guitarra,
Que te gusta la alegría de la cigarra
Cantando en tu ventana.
Mas ni los ojos, ni la mente deciden
Cuando dicta el corazón y elige.
Tal vez fue tu sonrisa o la seda de tu pelo
O tu caminar airoso, rozando mi brazo.
No sé decirlo, no sé si tú…
Mas un instante, fijamente nos miramos,
Y tu alma quedó engarzada en la mía
Tanto que aceptaste, la rosa que te ofrecí.
Delalma
19/03/2020