A los maestros Vásquez Brito y Murguey
Cayó la tarde, el mar ronaba por los lados de El Tirano y triste se dormía la Bahía de Pampatar. Desde Taguantar, yo miraba como sobre sus aguas, el sol se dormitaba. De repente, la tierra giró dos veces o quizás una eternidad, no lo sé; solo sé que la atmósfera blanquiazul de aquel instante se fue lentamente diluyendo y con ella, haciéndose inmateriales; los pinceles de aquellos dioses del color, sin edades. La bruma de las Salinas de Coche borró de mi mirada sus siluetas mientras se marchaban juntas a través de la hendija que en el cielo hizo la Luna al menguar. Fue entonces cuando vi cruzar junto al horizonte a una tucusita de la Virgen rumbo al Valle del Espíritu Santo, en su piquito llevaba la mala nueva de que en los lienzos, los óleos; no pintarían más las marinas de Margarita.
Emilia Lee / @lamujerdeabril
*Texto participante del Concurso \"Pocas palabras son mucho cuento\" y publicado en la versión web del libro del mismo nombre (enero 2020)
Imágen: Marina del Maestro Carlos Murguey, isla de Margarita-Venezuela