Soy los riscos que tocan el cielo, enclavados en el mundo que habito, detrás del ave libre, mientras mi afán de ser se esfuma como una palabra en el mar de los sentidos.
Inmerso he inagotable, los deseos se hacen fértiles en la mirada, en una distancia fuera del tiempo, un espacio sin límites y sin edad.
Todos los silencios que amo existen en una calma inmutable que viene desde lejos, a las puertas serenas de un contemplativo he inédito paraíso de ensueños abiertos.
Me desvanezco en el mas mínimo contacto con el crepúsculo, mientras los días y las noches se llenan de brumas misteriosas que se disipan entre una sonrisa furtiva, y el susurro de tus caricias nocturnas.