La luna lanza su lluvia de luz salada, en la noche solitaria, la cual se inunda de una densa y perfumada calma, y la brisa destila sus límpidas huellas en la frías arenas perladas.
Las estrellas tejen de forma silente, un cristalino manto de luz plateada, para luego derramarlo en el durmiente paisaje, el cual palpita alegremente con las dulces y frescas caricias de la noche solitaria.
El frío va impregnando su suave esencia en los parajes solitarios y silentes, y así se crea un nítido cuadro natural viviente, en las escenas vibrantes y refulgentes de la noche solitaria, la cual irradia su dócil sabor floreciente.
Las olas del mar se unen a la fiesta nocturna, desplegando su intenso e incesante canto perlado, el cual viste de fina y bella melodía, a la tersa orilla que queda con dicho canto embelesada; y las arenas irrigan el sereno brillo nocturno que en ellas se ha sembrado.
Noche solitaria, radiante y hermosa, tu cristalina y colorida armonía, hace destellar tu esencia maravillosa, en páginas de recuerdos que son teñidas con el bello pincel del Creador, que en ti noche solitaria y preciosa, deja su linda firma estampada en una bella vida natural y deleitosa.
Autor: Joel Fariñez