Señores, ahora que estamos todos confinados y necesitamos hablar unos con otros, y las autoridades permiten incluso las representaciones artísticas, sin que se escuche, que hayan condenas en la torre del verdugo del penal tribunal supremo a los autores dramáticos. - ¿ les gustaría escuchar un precioso cuento de cuarentena? A mí me lo han contado desde un balcón. Pues de balcón a balcón va discurriendo un poderoso movimiento civil de asociaciones de balcones, gracias a los cuentos moralizantes. La gente está empezando a ser de nuevo humana. Nuestra historia, es la historia de Bruto. Un hombre progresista y liberal, vencido y arruinado por la crisis del 2008, desterrado de poseer dignidad, financiación y tierra entre sus vecinos. Ocurre este cuento, en un pueblo de calaveras y cornadas del extrarradio de la esperpéntica España. La localización geográfica pocos la conocen. Se trata de un lugar dormitorio donde hay insomnio, llamado: Vall d´Uixó. El tiempo de este cuento, es una época de pandemia; merecidamente causada por el hombre. Esta , no perdona ya las vidas en ninguna parte del planeta. Pero incluso en estos duros momentos donde la muerte llena de cuerpos la tierra y los mares; pues hay países donde la tierra ya no puede tragar más seres humanos, y los pescadores llevan los cuerpos al mar, donde son echados por la borda entre alborozadas gaviotas, y turbulentas ondas de los barcos que se alejan hacia la costa, mientras los cuerpos se hunden sin una voz de despedida, ni un recuerdo en las tinieblas comunes donde se reúne la humanidad acabada. Esa misma humanidad, a la que le pertenece por numero, sentimiento, y grado de aceptación, la gente sencilla y humilde , con todos sus defectos e ignorancia. Una humanidad secuestrada, que la tienen sometida al individualismo y confinamiento las clases poderosas . Pero sigue en pie luchando sola ante la muerte siendo multitud, no solo por algo tan insignificante como la supervivencia , sino por algo que iguala a un mendigo a Dios:
El amor al semejante.
Erase una vez el 19 del covidbril ( abril) del glorioso, y necesario ( por salud y salir de la locura vivida precovid 19) confinamiento del 2020. Nuestro protagonista se llama Bruto. Es un hombre ni alto ni bajo, de nacionalidad latina. La rama de la que procede, es más que del tronco greco-latino, del seto hispánico. Raza que no tiene árbol ni pedigrí, es charnega y africana. Bruto , es un hombre de mediana edad, con ciertos aires bárbaros. Está bien conservado para su edad gracias a alimentarse de su huerto, junto el trabajo físico que le mantiene ágil , y la carencia de vicios. Este hombre, fue el que salió de detrás de la cortina al balcón, para hablar después de muchos años sin hacerlo a sus vecinos. Sus vecinos, se les podría definir como gente orgullosa. Pretendían ser algo más que gente sencilla. Puede parecer una tontería, y que esto que era pecado hace siglos, en la edad dorada del hombre: La edad media. Hoy es virtud el orgullo. Las consecuencias sociales del orgullo son peor que muchas enfermedades víricas, o que un ataque nuclear. Lo que demuestra la irracionalidad ¡a que punto habíase tolerado! y la virtud, ¡ a que nivel se había degradado!. Estos pretenciosos ciudadanos, se reunían en sus balcones en comités de cuarentena, para aplaudir a las ocho de la tarde, según decían ellos: a los médicos que estaban luchando contra la pandemia. Pero realmente se aplaudían a ellos y a sus ombligos. Bruto, era un hombre más sencillo que ellos a la fuerza. No podía ser otra cosa que más un perdedor. Otra posibilidad no le dejaron. Tal y como pasaba en la edad media, un bufón no tenía otra posibilidad que ser bufón. Bruto había tenido desavenencias con estos vecinos, sin que mediara palabras o causa justificada para habar llegado a tanto. Tan solo porque era de otro pensar, pobre y cultivaba sin éxito la tierra. Para sus orgullosos vecinos, que habían triunfado en la vida, es decir, poseer un coche caro, gracias a su voluntad personal, esfuerzo, e inteligencia sin par. (nunca reconocían las ayudas familiares, amistades, enchufes, abrirse paso aplastando a otros más validos que ellos, subirse la tren de la vida lanzando al que le tocaba subir antes que a él). Desde el imparcial y ético punto de vista de sus vecinos; que siempre se justificaban como inocentes y grandes personas , o te quemaban la casa. La situación marginal de Bruto, según ellos, era fruto de los vicios, la falta de disciplina, voluntad, y ser una especie de holgazán y paleto que no merecía respeto. Incluso al menor descuido le robaban lo que podían, y le devastaban su trabajo sin ninguna compasión. Desde luego, lo mencionado, aunque pueda parecer violento, y propio de gente sectaria y fanática. No era entendido como tal por sus vecinos de Vall d´Uixó, que se hubieran ofendido y defendido de tales acusaciones , definiéndose como gente pacifica y civilizada practicante. Por eso lo reflejamos en este cuento , porque no pretende enjuiciar a nadie, ni quitar las razones a ninguna de las partes. tampoco eran entendido como actos violentos los que sufría Bruto, por parte de la policía, ni por la clase política local. A la que alguna vez acudió a quejarse , para nada. Ya que esas conductas eran toleradas. Desde luego, era desagradable de escuchar para la policía, o los políticos, esto de sus vecinos. Pero de ahí , a tener que evitarlo y disgustar a unos buenos ciudadanos que aplaudían cuando se les pedía, eso, era ya otro cantar. Lo que le hacían a Bruto, concluyeron las autoridades, era poco menos que inevitable. No se lo hacían una persona normal, sino a un pobre que era poco menos que una bestia irracional y que estaba solo, seguramente lleno de amargura y odio. EL resultado de esta presión política, policial y vecinal, es que Bruto los miraba con recelo, desconfiado, como lo haría una bestia herida acostumbrada al látigo. Miraba a la humanidad con bastante temor. Esperando que en cualquier momento le atacarán. Lo aniquilarían de la sociedad con políticas de exclusión diseñadas para este fin, o lo detuvieran. Esto provocó que se separara de sus semejantes, convencido de que eran una plaga vírica las personas. Decidió no compartir vínculos sociales con nadie. La amargura voluntaria para sobrevivir. La parálisis social, intelectual, laboral, se hizo permanente.¿ Qué es el sufrimiento de un individuo? Ahora que vemos a miles morir, podemos comprenderlo con una sonrisa y podemos responder:
No es nada nadie. y si no es nada nadie, tampoco lo son miles. Cero es cero, y si pongo mil ceros, vale lo mismo que un cero. Veamos 000000= 0.
Esto que le pasaba a Bruto, no era el único caso. Él no lo sabía, pero puerta con puerta , entre la gente que menos se podía uno esperar, estaban igual que Bruto. La atmósfera social estaba tan contaminada, que necesitaba ser purgada, como en esos maravillosos cuentos de la Biblia, como el Ecliastes, el Apocalipsis…. Hay que comprender, que cuando estas ruedas de atropellos humanos empiezan en la sociedad, se retroalimenta una gran violencia, y el odio de toda la sociedad fluye contra si misma, como la sangre cuando sale de las venas, llevando a la gente a las guerra, el hambre, las enfermedades, y a la muerte …siempre se acaba así, con un final feliz. Renovándose la humanidad con el abrazo fraternal después de miles de muertos. El cuento nunca cambia, y si no cambia, es porque la realidad está escrita así desde hace miles de años. ¿ Y quienes somos nosotros para cambiar la realidad? Sin embargo la pertenencia a la humanidad, la buena voluntad, la compasión, seguía enraizada en el corazón de Bruto, y eso es lo que queremos resaltar en este cuento. Todo lo anterior dicho no sirve de nada, es un mero contexto cambiante ante este momento de compasión, de elevación sobre el odio colectivo de la sociedad española , a través de un cuento en una sociedad patológica controlada y manipulada , hasta cuando aplaude a las 8. Las ocho, hora en la que salió Bruto a hablar.
“Verán señores, el que se presenta ante ustedes es un hombre confinado en su casa , al que le han puesto una pesada mochila que necesita quitarse para poder volver a caminar a buen paso, llegar más lejos de lo que lo hace, y estar junto el resto de sus vecinos.
Yo trabajo en el campo, y no estoy acostumbrado a hablar en público, ni a ser tratado con respeto. Soy un hombre sencillo, como ustedes. Como la mayoría de personas que trabajamos en este gran país.
Donde tenemos la suerte de poder hablar con libertad, sin que nos pongan una mordaza en la boca , o una bomba de mano entre los dientes, o nos lleven a comisaría ; como dicen que pasa en Venezuela. Eso de poder hablar con libertad, sin mordazas, esta bien, aunque aquí haya estado más prohibido que en Venezuela.
( las sirenas de la policía hicieron que esa parte del discursos de perdiera, uno de los coches patrulla que cubrían la calle por completo paró a ver que decía)
Como saben, soy un sencillo agricultor, que ha pasado muchos años en paro. Días antes de la pandemia, pensaba en suicidarme desde este balcón a las ocho de la tarde, porque no creía posible salir de la miseria. Había dejado de confiar en mis amigos, en la sociedad, en mi país. Pero mírenme, ahora estoy con ustedes, o mejor ustedes están conmigo. Estamos todos igual, encerrados, silenciados y posiblemente muchos ya sin saberlo, arruinados hasta la tumba. El tren esta vez no sale, ni llega. Nada depende ya de nosotros, y nunca nosotros hemos sido más que vosotros. Somos don nadies, gente sencilla que aplaude a gente que trabaja. Incluso aplaudís a los agricultores que trabajan los campos. ¿ quién lo iba a decir de vosotros hace un mes, verdad, que nosotros estaríamos así?
Yo, cómo muchos de ustedes, soy como esos trabajadores actuales, y como esos que perdieron su trabajo en el 2008 por culpa de esos políticos capitalistas y empresarios, que parecen de otro planeta, y que hayan venido a llevarse todo lo que puedan a otro lugar del espacio, dejando solo la muerte. Para ellos vale más el dinero que la vida humana. Cuesta de entender pero así es para ellos. Chafan sin compasión a la gente sencilla. Pero ahora, están tan asustados como la gente sencilla los poderosos. No pueden hacer mermelada con su dinero, ni hay otro planeta donde irse, están aquí con nosotros compartiendo su política de muerte, junto al agricultor, el pescador, el médico.
Ahora les hablare de este lugar donde vivimos, y lo haré de forma sencilla. Vall d´Uixó es un lugar preciso. Se ve el mar a lo lejos, sus montañas y valles cuando llueve en primavera , florece el tomillo, el romero, los mirtos: se llenan de flores y abejas. Hay pájaros por todas partes cantando en un cielo casi transparente. La brisa es suave, y trae aires de Homero y Virgilio entre aromas de pinos y espliego. En el pueblo hay zonas de ocio, discotecas, una mezquita, supermercados. Sin embargo, todos sabemos que en este lugar precioso y encantador, todos los meses desde el 2008 se suicida un vecino. Hay ancianos que mueren solos; otros viven abandonados en residencias, miles de familias viven de la beneficencias o de miserables pagas de servicios sociales, hay peleas vecinales diarias, colas de 4 horas en las comisarías para poner una denuncia por amenazas, violación o robo; o las tres cosas juntas, a nuestro vecino. Tráfico de drogas en nuestro portal, miseria por doquier. Hablo de antes de la pandemia. No se sabe a ciencia cierta hasta que punto las malas relaciones, la frustración, la soledad ; matan tanto como una enfermedad, o un pelotón de fusilamiento. Sin embargo, ha pasado algo maravilloso desde que estamos confinados. La gente se preocupa de la gente. Ayer mismo, una amiga me llamó para saber si tenía mascarillas para protegerme del virus. Así es la gente sencilla. La verdadera gente de nuestro pueblo que ha estado callada durante años, aplastada por los traficantes de drogas, la policía , la clase política y la prensa. Un virus les ha dado voz. Y no solo me ha hecho a mí unas mascarilla con telas, gratis , sin cobrarme nada. A mí, un maldecido dentro de esta sociedad. Aquel que ha sufrido constantes amenazas y bulos por parte de autoridades y mequetrefes. Pero también hizo para vecinos suyos . Estos, también le han hecho la vida imposible cuando han podido. Aún así, su compasión ha podido más que su afán de venganza. Los humildes somos de esta manera. Alguno dirá que hablo como un rojo. Pero yo no tengo ideologías. Los rojos también son parecidos a nosotros. Buenos y humildes en su mayoría, menos los que se venden, la mayoría. Donde vivimos mi vecina y yo, las relaciones son muy malas. Absurda e interesadamente para el poder: horribles. Hay mucha conflictividad, violencia entre vecinos que se odian. La mayoría son miserables. La policía acude a diario a estos barrios de mala gana a realizar los partes. Luego detienen a unos, a otros les dejan en paz. Es totalmente arbitrario, sin método ni control. Muchas veces el que menos se lo merece paga por todos. Da asco vivir en estos lugares. Muerte y asco, eso sin pandemia. Pero ahora, es como esos días especiales del año. La Navidad, donde flota ese ambiente de armonía y hermandad. Ojala todo el año fuera navidad. EL pobre se alimenta, la gente siente compasión del desfavorecido. Hay regalos. Los niños se pasan el día jugando en casa. El coronavirus 19 nos ha devuelto la navidad desde hace meses. Esta sacando lo mejor de nosotros. Piénsenlo vecinos. Sientan su corazón latir sobre la pandemia. Hay aplausos a los agricultores, y ahora que me escuchan, que me conocen mejor, sin prejuicios, viendo que soy como ustedes. Si les dijera como pensaba hacer: que me voy a tirar del balcón.
me dirían:
No lo hagas vecino. Te necesitamos, contamos contigo para que siembres. Nos gusta escucharte, que hables con sinceridad como un hombre sencillo, que ama a la gente, a su país y a su destino.
De verdad, solo tenemos que estar 12 meses al año de cuarentena 12 años, cantando villancicos y aplaudiendo a la policía. Sacando lo mejor de nosotros. Y exigir a esos políticos, que nos imiten. Por ejemplo. EL ayuntamiento tiene un invernadero, está parado. Es grande, está en desuso. Me he puesto en contacto para que me lo presten. Podría poner en funcionamiento huertos y dar de comer a mucha gente, crear puestos de trabajo, evitar que la gente arriesgue su vida comiendo verduras enlatadas del supermercado. Habría que hacer club del balcón por todo el país, exigiendo poner en funcionamiento tierras, fábricas, cuyos gerentes fuera la gente sencilla como nosotros, y dirigiera las fabricas desde los balcones.
¿ qué les parece amigos la propuesta?
Demos un aplausos a la gente sencilla y trabajadora”
Este cuento ha terminado, los aplausos de las 8 llegan a su fin, y la gente vuelve a sus casas del balcón, a pensar en el sofá en ser mejores y más solidarios.
Angelillo de Uixó.