Te he visto pasearte por el lugar donde alguna vez dejaste tus huellas de niña aventurera donde anduviste con la inocencia colgada de tu cuello
y tus deseos se envolvían sobre las hojas de los matorrales silvestres;
y sé que aquí has estado, conmigo porque te he sentido en mi mente
entre el olor del jengibre, el limoncillo, las naranjas y el hinojo.
Te he visto por donde han quedado los restos de zafras pasadas, en el vaivén del brucal, la guama, el pino y el yagrumo, que sirven de sombras y visten el suelo con su capa parda de hojas secas; donde esperan pacientes la máquina, los sacos, el fogón, y la pileta para la próxima molienda.
Te he visto también
recostada en cada pedazo de tiempo que me he pasado dibujándote entre el cantar incesante de las aves y el verde intenso del cafetal adornado de pequeños botones a punto de explotar y convertirse en preciosas flores blancas.
WBelDe