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APRENDEREMOS A SOÑAR
El deseo es un clamor apagado,
pero un día aprenderemos a soñar
y dejaremos de andar sonámbulos
improvisando sonrisas entre cuatro paredes.
No rescataremos el rumor,
el ritmo lento y espectral
de todas las palabras llevadas por el viento.
No mendigaremos promesas que nunca brotaron en la boca
y quedaron atrapadas en las cuerdas vocales.
No codiciaremos el eco de unos pasos fugitivos,
ni la huella indeleble en la nieve permanente de las cumbres.
Aprenderemos a soñar
y mezclaremos colores ignorados en lienzos infinitos.
Redactaremos versos en un ajuste de cuentas
de palabras que nunca combinaron.
Encontraremos un recodo del camino,
un cruce de sendas paralelas que acaben divergiendo.
Enjugaremos el llanto que rezuma sobre unos párpados de mármol
y el deseo será de nuevo un incendio repentino
y el fragor alucinante de un millón de pájaros en llamas.
©Amaneceres abruptos
Miguel Herrero Villavieja