Nada.
Como la parada del tren en la última estación,
como un vaso sin agua a medio servir,
como una colegiala con sus esperanzas muertas.
La noche me invita a colocarme,
en una posición peligrosa, no,
no seré yo la culpable
como aquella que se incita a un riesgo entre la penumbra.
Pero estas tan tranquilo, tan callado,
yo tan perpleja como pan caliente recién salido del horno,
intacto,
tan fuera de mi pero muy dentro de todo.
Menos de tí.
Oh cariño el hastío,
es un punto final inaudito,
una montaña rusa que conoce su ruta,
un despertador alarmante a la misma hora de siempre.
El hastío invencible,
aquel que no conoce la derrota,
aquel que se abriga de las mismas horas,
sueños, rutina, inquietud incierta pero verdadera.
Bea Ramirez