Nunca entenderás de pobreza,
si no has vivido y sufrido hambre,
si nunca has tenido tristeza,
y en la boca la sed velambre.
Nunca entenderás a los pobres
si siempre tienes tu comida,
sin tener que agarrar dolobres,
sudando a pleno sol la vida.
Nunca entenderás de pobreza
si jamás te tronó la tripa,
ni tuvo piojos tu cabeza
ni te murió un hijo de gripa.
Nunca entenderás a los pobres
gozando de la salud plena,
sin beber las aguas salobres,
ni el corte del pie por gangrena.
Nunca entenderás de pobreza
si viajas feliz por el mundo,
disfrutando de la riqueza,
que crea el peón moribundo.
Nunca entenderás a los pobres
viviendo en lujosas mansiones,
con fino acabado de robres,
y tu mundo de diversiones.
Nunca entenderás la pobreza
cuando tengas todo a la mano,
disfrutando tu gran pereza,
y trabajando el pobre anciano.
Nunca entenderán a los pobres
quienes de su explotación viven,
llevando dinero a sus sobres,
y ellos apenas sobreviven.