Pésima actuación,
terrible función,
¡cierren ya el telón!
La historia,
al fin terminó.
Mi boca,
su beso olvidó.
Mis oídos,
ya no recuerdan su voz.
¿Será ello una bendición?
Quizá no;
quisiera seguir viéndola con amor,
pero algo
-simplemente-
acabó
(o inició).
Ella seguirá siendo el Sol,
pese a no darme calor.
Espero algún día encuentre un amor
que la mime y llene de atención,
que la abrace y consuele su dolor,
que la haga disfrutar sin temor.
Adiós.