Libaré el aroma de los mirtos gigantes
en el dulce sueño de la noche estrellada
y seguiré de la luna la senda plateada
para beber la luz de los luceros brillantes.
Me guiarán las huellas de las estrellas errantes
en el océano azul de la noche alada,
mi triste pena será a otro orbe trasladada
en nívea carroza de dos corceles radiantes.
Huiré en la noche oscura al mundo de las estrellas
si ya no puedo beber de las rosas más bellas
el aroma que perfuma todo mi jardín.
Seguiré el curso de la luna y de los luceros,
que me llevarán por las dunas y los senderos
del universo infinito hasta su confín.
En las alas del viento