Me desperté de pronto a las cinco de la mañana
por no sentir tu cuerpo a mi lado.
Por no tener tus piernas abrazando a mis piernas.
Desperté angustiado
al no notar el latido de tu corazón
pegado a mi pecho,
al no sentir tus pechos entre mis manos,
tu cabello entre mis dedos;
y tus labios donde siempre están.
¡Las cinco de la mañana!
Y tú no has llegado,
no te encuentras recostada en mi cama,
ni siento el tibio calor de tu menudo cuerpo
atado a mí,
y eso me despierta, me desespera.
Estamos en el noveno día de la cuarentena,
por esta pandemia.
Me levanto, preparo un café…
y espero.
©Armando Cano.