No me conmueve estar solo
en la frialdad de mi cuarto,
porque te imagino presente
en cada partícula del aire
que respiro anhelante,
tratando de abrazarme.
Se que estás, aquí a mi lado,
tu perfume, tu aliento
el calor de tu cuerpo,
me hacen presentir
tu anhelo de besarme.
Hace mucho que te fuiste
más, nunca pude olvidarte,
estás en la sangre hirviente
que corre por mis venas,
apurando los latidos
de mi corazón ardiente.
Pienso, como soy presumido,
que, si experimentas lo mismo,
por imperio de ese pensamiento
el día vendrá, entre sueños y vigilia
y nos ha de encontrar unidos…
Llega apesadumbrada y dolorida
el doblar de una campana,
la campana de mi capilla,
que dobla por mis sueños
muertos, orando de rodillas.