Lo sabe… el odio, mi aversión por ella,
y vengativa destruye mis sueños.
Decidida a dejar impresa una huella
no se complace con simples rasguños
Subestimé lo poco que le importa
molestarse siquiera en lo que pienso.
Esa mezquindad suya reconforta,
nunca pudo lidiar con el suspenso.
Enemiga jurada de mi amada,
la dama del mármol y los silencios,
me priva del consuelo de sus labios.
Se jactaba de no saber de envidia,
ni fantasmas, ni delirios, ¡farsante!.
No queda nada a salvo de su insidia.