Andrea St

Pequeñas divagaciones

Lo sabe… el odio, mi aversión por ella,

y vengativa destruye mis sueños.

Decidida a dejar impresa una huella

no se complace con simples rasguños

 

Subestimé lo poco que le importa

molestarse siquiera en lo que pienso.

Esa mezquindad suya reconforta,

nunca pudo lidiar con el suspenso.

 

Enemiga jurada de mi amada,

la dama del mármol y los silencios,

me priva del consuelo de sus labios.

 

Se jactaba de no saber de envidia,

ni fantasmas, ni delirios, ¡farsante!.

No queda nada a salvo de su insidia.