No quiero soñar que cuando muera,
en el mismo lugar donde he nacido
propondrán ante el consejo de vecinos
dar mi nombre a la mas humilde escuela.
Me niego a pensar en el destino de mis Nardos;
mis herramientas, mis libros mas preciados
estoy seguro, esteran a buen resguardo,
en manos,de quien herede mi gato negro y pardo.
En un necio accionar de narcisismo
me atrevo a imaginar que algún osado
seria capaz de mencionar que fui expulsado
por el párroco local, del catecismo.