En medio de un crepúsculo
de porcelana azul y ebúrneas sombras
quedan atrás mis viejas galas,
unas lunas sobre un atril
y balcones abiertos al sereno.
La noche sabe de mis años de penumbra
y yo sé de la hondura de su llanto.
Con su desvaído gabán,
hoy parece aún más triste.
Cansada de esperarme, se deshace
tierra adentro como la dulce savia
que hiere con un beso y luego se desnuda
en ecos que en sí mismo se consumen.
Sobre mi sosegada sangre, a mis espaldas
se va derrumbando como un corazón
que apenas carga con su peso,
que apenas se sostiene en el póstumo
latido de algún poema
o en la lejanía de dos cuerpos juntos,
y ahora proscritos,
que han olvidado hendir su huella.
Noche, clepsidra de agua perezosa,
iría de tu mano si solo alcanzases a oírme.
Pájaros de niebla (2020)